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Caracas, 15 de julio de 2015.- Entre la hiperactiva gente caraqueña, se vio el señor de sombrero blanco, ese tan característico que por todos se hace conocer, con su lento caminar y mirada alzada, como el típico bohemio soñador y pensador. ¿Quién no conoce al Titiritero de Caracas?, pues él es Luis Miguel Mendoza.
El nació en la parroquia San Juan, oriundo de la ciudad capital, sin embargo, diferente entre muchos, con un don artístico que no descubrió en la niñez, nunca es tarde para apreciar los talentos ¿no?, pues, cómo bien lo dice, muchas veces de las necesidades nacen los descubrimientos.
Así fue, como todo empezó, por las calles de la Pastora pasó su infancia, no tuvo ningún modelo artístico a seguir de sus padres, de hecho, fue después de adulto que por necesidad recurrió a estos medios para su sustento, entonces, he allí, donde nos damos cuenta, que el talento es efímero si no existe preparación.
A los 33 años de edad, Luis Miguel Mendoza, con su compañera de vida, su esposa, se vio en la necesidad de ingeniarse un método de trabajo que le generará ingresos económicos y así fue como decidió realizar diez títeres, sin saber cómo empezar, lo logró e inmediatamente se los quitaron de las manos.
Con el pasar del tiempo, se volvió un diestro en la realización de títeres, no solo eso, le fue agarrando el gustico a la satisfacción de regalar sonrisa día tras día a los niños de su pueblo.
Mendoza, expresó que “cuando empecé a ver el entusiasmo de los niños, sentí que si valió la pena y me motivo a seguir haciendo y creando mejores cosas que complacieran a los pequeños”.
El realiza todo tipo de muñecos como, ranitas, conejos, ardillas, llaneros, cantantes, payasos; los materiales que usa son madera, goma espuma, tela e hilos. A través de los títeres se pueden mostrar diferentes culturas, estimula también la creatividad de las niñas y niños, como dice: “yo siempre he querido viajar a conocer otros países, hasta ahora no he podido hacerlo, sin embargo, me siento feliz, porque mis títeres han viajado para España, Ecuador, Argentina y otras partes del mundo”.
1985, la época crucial de su umbral, desde ese entonces han transcurrido 30 años, tiempo en el que logró el renombre, fama y popularidad, conocido como el “Titiritero de Caracas”, el que está en la plaza El Venezolano, plaza Bolívar, La Pastora, El Junquito y en todos los rincones de la ciudad, allí está este personaje, que ha tenido gran éxito en todo los lugares donde se estaciona a exhibir sus piezas.
Con una mirada perdida se evidencia su discurso lleno de esperanza, ¡no hay edad para seguir soñando! muestra de esto es este artista, polifacético que a su vez, desarrolló en su trayectoria de vida facultades por la producción radiofónica, la escritura de poesía, la música, además de la creación de los títeres, que hoy día es su mayor pasión. Lo que comenzó siendo una curiosidad, se volvió su mayor pasión.
